El síndrome de ojo seco es un problema frecuente. En este artículo te contamos por qué se produce, cómo puede prevenirse y cómo se trata, porque nosotros nos ocupamos de tu salud ocular. ¡Vamos con ello!
El síndrome del ojo seco es un trastorno de la película lagrimal que recubre la superficie ocular. Esta alteración puede deberse a una disminución en la producción de la lagrima o a una pérdida excesiva por evaporación. Como consecuencia, la superficie del ojo no está bien lubricada, lo que puede dar origen a molestias oculares, problemas visuales y lesiones en la córnea y la conjuntiva.
Causas más comunes del síndrome del ojo seco
- Con el envejecimiento se atrofian las células que generan la lágrima de manera constante.
- Cambios hormonales en las mujeres.
- Los factores ambientales como polvo, aires acondicionados, sol, etc.
- La lectura prolongada, ya que se reduce el parpadeo, con lo que la lágrima no se distribuye correctamente y aumenta su evaporación.
- El uso de lentes de contacto no supervisado.
- Algunos procedimientos quirúrgicos oftalmológicos, o enfermedades de la superficie ocular.
- Algunos medicamentos.
¿Cómo se manifiesta el síndrome del ojo seco?
El síndrome del ojo seco causa irritación, escozor, enrojecimiento, sensación de cuerpo extraño o arenilla en la superficie ocular, además de visión borrosa, aumento de la sensibilidad a la luz, fatiga o pesadez en los párpados y lagrimeo.
Aunque pueda resultar contradictorio, el lagrimeo excesivo se debe a una inadecuada e insuficiente lubricación ocular. Nuestro organismo protege la superficie del ojo con lágrimas de baja calidad que no aportan los nutrientes y protectores necesarios.
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¿Cómo se puede tratar?
La mayoría de las veces no existe un tratamiento curativo, lo que se hace es un tratamiento sintomático.
Existen diferentes alternativas terapéuticas:
- Estrategias ambientales: no exponerse a corrientes de aire que favorecen la evaporación de la lágrima (no orientar ventiladores hacia la cara, no conducir con las ventanillas abiertas, usar gafas de sol protectoras cuando estemos en el exterior, etc.)
- Forzar el parpadeo varias veces al día y limpiar las glándulas lagrimales a menudo con una toalla desinfectante especifica para la higiene palpebral.
- Usar de manera continuada y constante lagrima artificial que hidrate y lubrique el ojo, aportando protección a la superficie ocular y aumentando el confort tras su uso.